El relámpago se vierte sobre la hoja, se expande y habla. Es una materia dúctil: se puede escribir con él. Seco, su voz es fluida como una cascada. Negro, es tan brillante que los huesos reverberan. Tan dúctil que se puede construir con él. Torres de relámpago se yerguen sobre los cuadernos de los autores más torpes; la noche relumbra en su interior como si las estrellas existieran. Si modelas tu cara sobre pasta de relámpago, no podrás reconocerte. Otros, posiblemente sí: tu voz saldrá de ella como un fuego sonoro y su reino no tendrá fin. El sueño es un tintero: mis abuelos lo conocían, pero ellos caminaban dormidos e hicieron incluso revoluciones. No sabían distinguir un relámpago de una descarga entre la tierra y el cielo. Quedan muchos árboles negros para atestiguarlo; también, lo que me resta de ojos y de voz.
El relámpago se vierte sobre la hoja…
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