Don Ramón es una figura rudimental, de fácil contorno: el mirarlo incita a dibujarlo; con dos circulitos y unas cuantas rayas verticales queda hecha su cara (quevedos y barbas); y con cuatro rectas y una curva su mano derecha (índice, cordial, anular, meñique y pulgar). Cara y mano: lo demás no existe, o es sólo un ligero sustentáculo para esa cara y esa mano. De hecho, nada más necesita el maestro definidor: la cara es el dogma y la mano es el comentario.
Alfonso Reyes: “Valle-Inclán”, teólogo”, Tertulia de Madrid.
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