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13 septiembre, 2017

Juan Ramón Jiménez: de la primera época


giovanni-segantini-love-at-the-fountain-of-life.jpgYo me moriré… (de Arias tristes, 1903)

Yo me moriré, y la noche
triste, serena y callada,
dormirá el mundo a los rayos
de su luna solitaria.

Mi cuerpo estará amarillo,
y por la abierta ventana
entrará una brisa fresca
preguntando por mi alma.

No sé si habrá quien solloce
cerca de mi negra caja,
o quien me dé un largo beso
entre caricias y lágrimas.

Pero habrá estrellas y flores
y suspiros y fragancias,
y amor en las avenidas
a la sombra de las ramas.

Y sonará ese piano
como en esta noche plácida,
y no tendrá quien lo escuche
sollozando en la ventana.

Francina, ¿en la primavera…? (de Jardines lejanos, 1903-1904)

Francina, ¿en la primavera
tienes la boca más roja?
—La primavera me pone
siempre más roja la boca.

—¿Es que besas más, o es
que las rosas te arrebolan?
—Yo no sé si es mal de besos
o si es dolencia de rosas.

—Y, te gustan más los labios
o las rosas?
—¿Qué te importa…?
la rosa me sabe a beso;
el beso, a beso, y a rosa.

Entonces le puse un beso
en la rosa de su boca.
La tarde de abril moría,
rosamente melancólica.

las fuentes iban al cielo
con su plata temblorosa.
Francina deshojó a besos
su boca sobre mi boca.

Mañana de la cruz (de Baladas de primavera, 1907)

Dios está azul. La flauta y el tambor
anuncian ya la cruz de primavera.
¡Vivan las rosas, las rosas del amor,
entre el verdor con el sol de la pradera!

Vámonos al campo por romero,
vámonos, vámonos
por romero y por amor…

Le pregunté: «¿Me dejas que te quiera?»
Me respondió, radiante de pasión:
«Cuando florezca la cruz de primavera,
yo te querré con todo el corazón.»

Vámonos al campo por romero,
vámonos, vámonos
por romero y por amor…

«Ya floreció la cruz de primavera.
¡Amor, la cruz, amor, ya floreció!»
Me respondió: «¿Tú quieres que te quiera?»
¡Y la mañana de luz me traspasó!

Vámonos al campo por romero,
vámonos, vámonos
por romero y por amor…

Alegran flauta y tambor nuestra bandera.
La mariposa está aquí con la ilusión…
¡Mi novia es la virjen de la era
y va a quererme con todo el corazón!

El mar lejano (de Baladas de primavera, 1907)

La fuente aleja su cantata.
Despiertan todos los caminos…
Mar de la aurora, mar de plata,
¡qué limpio estás entre los pinos!

Viento del Sur, ¿vienes sonoro
de soles? Ciegan los caminos…
Mar de la siesta, mar de oro,
¡qué alegre estás sobre los pinos!

Dice el verdón no sé qué cosa…
Mi alma se va por los caminos…
Mar de la tarde, mar de rosa,
¡qué dulce estás entre los pinos!

Luna sola (de Poemas májicos y dolientes, 1911)

Cesó el clarín agudo, y la luna está triste.
Grandes nubes arrastran la nueva madrugada.
Ladra un perro alejándose, y todo lo que existe
se hunde en el abismo sin nombre de la nada.

La luna dorará un viejo camposanto…
Habrá un verdín con luna sobre una antigua almena…
En una fuente sola, será una luna en llanto…
Habrá una mar sin nadie, bajo una luna llena…

Para un libro no escrito (de Poemas impersonales, 1911)

Creemos los nombres.

Derivarán los hombres.
Luego, derivarán las cosas.
Y sólo quedará el mundo de los nombres,
letra del amor de los hombres,
del olor de las rosas.

Del amor y las rosas,
no ha de quedar sino los nombres.
¡Creemos los nombres!