Archive for agosto, 2015

31 agosto, 2015

«Un halo de muerte que hace odiosa su belleza» (G. Bataille)


La particularidad de la tentación es que lo divino ha dejado de ser sensible bajo su forma mística (ya sólo es inteligible). Lo divino sensible en aquel instante es de orden sensual, demoniaco si se quiere, y este demoniaco-divino, este divino-demoniaco propone lo msimo que el Dios hallado en la experiencia mística mayor propone, y lo propone más profundamente, puesto que el religioso preferiría la muerte real a caer en la tentación.
[…]
Debido a su pavor ―y al consiguiente rechazo― el objeto que atrae al religioso ya no tiene el mismo sentido que la reina que lleva al insecto a la muerte a plena luz: el objeto negado es a la vez odioso y deseable. Su atractivo sexual tiene la plenitud de su esplendor, su belleza es tan grande que mantiene al religioso en su arrobamiento. Pero este arrobamiento es en el mismo instante un temblor: lo rodea un halo de muerte, que hace odiosa su belleza.

«Mística y sensualidad» (sobre Mystique et continence, obra colectiva de 1952, Etudes Carmélitaines), Bataille, Georges: El erotismo, Tusquets, 2008, T. A. Vicens y Marie Paule Sarazin, p.242.

31 agosto, 2015

Juana de Ibarbourou: La laguna


La noche es suave y muelle
tal cual si fuera hecha
con los vellones blandos
de alguna oveja negra.

No hay luna. Vago a oscuras
por el campo hechizado.
Huelo frescor de juncos,
de sauces y de álamos.

Voy junto a la laguna,
¡oh misterio del agua!
El agua es un ser vivo
que me contempla y calla.

La laguna, esta noche,
parece pensativa.
Mi alma se alarga a ella
como una serpentina.

¡Cuánto me gusta el agua!
¡Cuánto me gusta el agua!
Hacia ella se inclina
cual un junco mi alma.

Acaso, en otra vida
ancestral, yo habré sido
antes de ser de carne,
cisterna, fuente o río…

Juana de Ibarbourou: Raíz salvaje, 1924

29 agosto, 2015

Versos larvarios


Consumido por llamas silenciosas
como un albo pan que se entrega a los cuervos

***

El árbol que arde en la sombra
es una campana demasiado viva

***

Cómo tiembla el aire de sed de aire
—como territorio que se quiebra, como fuego que se desmorona

29 agosto, 2015

El precio de la sensualidad


Are lordships sold to maintain ladyships
for the poor benefit of a bewildering minute?

Cyril Tourneur (dramaturgo inglés, 1575-1626), The avenger’s tragedy

29 agosto, 2015

Al despertar


Despierto al amanecer. Escucho. Pienso: “El pájaro solo que grita su nombre en el alba”.

29 agosto, 2015

El sueño del vino blanco


En una cantina, cedo ante alguien por miedo. Súbitamente me doy cuenta de que eso va contra “las reglas del juego” en ese lugar y temo que alguien “castigue mi cobardía”. Un tipo que me parece violento ha estado mirándome. Temo que intervenga, y lo hace: se sienta conmigo —creo que estoy en la barra— y me avisa que me va a explicar cómo son las cosas allí: esto me suena como que debo entenderlo en sentido literal y también como amenaza velada. Comienza por ofrecerme un vaso de vino blanco. Este vino es una tremenda delicia, algo que agradecer intensamente, algo que no va con las amenazas.

28 agosto, 2015

Ejemplos en retórica (Curtius)


Exemplum (parádeigma) es término técnico de la antigua retórica, a partir de Aristóteles, y significa «historia que se inserta a manera de testimonio». A esto se añade más tarde (desde ca. 100 a.C.) una nueva forma del ejemplo retórico, que tendría gran importancia en el futuro: el personaje ejemplar (eikón, imago), esto es, la «encarnación de cierta cualidad en una figura: Cato ille uirtutum uiua imago«. Cicerón (De oratore, I, xviii) y Quintiliano (XII, iv) encarecen al orador la necesidad de echar mano de ejemplos de la historia, la mitología y la leyenda heroica.

Curtius, Ernst. R.: Literatura europea y Edad Media latina, FCE, 1955, T. Margit Frenk y Antonio Alatorre, p.94.

28 agosto, 2015

Sentencias en la poesía y en la retórica (Curtius)


En los poetas antiguos se encuentran cientos y miles de versos que condensan una experiencia psicológica o una norma de vida. Aristóteles estudio esos aforismos […] en su Retórica (II, xxi); Quintiliano los llamó sentencias (propiamente, «juicios») porque se asemejaban a las resoluciones de las asambleas públicas (VIII, v, 3).

Curtius, Ernst. R.: Literatura europea y Edad Media latina, FCE, 1955, T. Margit Frenk y Antonio Alatorre, p. 92.

27 agosto, 2015

Kínder «La Construcción» (sueño)


En una fiesta, he conocido a una muchacha; casi de inmediato decidimos vivir juntos. Alguien nos va a llevar a su casa. Yendo hacia el auto, me fijo en un kínder que está junto a la casa de donde salimos, llamado La Construcción. Muros muy altos; es una especie de nave industrial. Pero tiene colores bonitos, amigables para niños pequeños. Se abren las puertas de la nave y de ella sale un tráiler, grande como un edificio, también de colores bonitos. Al subir al carro con la muchacha, le explico lo que deduzco de todo eso: en este kínder, todos los días se avanza en la construcción del aula, que es el tráiler, con la participación de los niños. Cumplidos los avances del día, se llevan a los niños de paseo en el tráiler. En eso consiste el método pedagógico de La Construcción.
En su casa, la muchacha me presenta a sus hijos, niño y niña. Uno de ellos es adoptado; no sé cuál de los dos. El niño tiene cinco o seis años, y la niña, tres. Me acerco al niño: él me dice su nombre y levanta un cromo con un personaje de la TV o de historieta, para presumir de que se llama igual que él. “Como ves”, dice la muchacha, “mi hijo es muy cooperativo”, aludiendo a su franqueza y espontaneidad para hablar de sí mismo. El niño es de una belleza que me admira; en especial, sus ojos (verdes o azules). Aguardo a que me sea presentada la niña, con gran expectación por su hermosura, pero en ese momento despierto.

27 agosto, 2015

«El rincón de los niños» (sueño)


Una librería muy snob (y sus clientes, ídem), por el estilo de El Péndulo. Una parte de ella es un kínder. El escusado está entre los anaqueles; acabo de cagar en él, y he esperado inútilmente a que haya poca gente para poder limpiarme sin testigos. Cuando lo hago, nadie se fija en mí. Al mismo tiempo, de la zona que es un kínder sale una maestra —joven, cabello claro— con sus alumnitos. Se sientan en círculo y empiezan uno de esos juegos didácticos de los jardines de niños. (En el momento de transcribir esto, el álbum de Debussy que estoy escuchando desemboca en El rincón de los niños.)