Posts tagged ‘romanticismo’

11 abril, 2024

«Norma de amor te di, hombre de Apolo»


Vuelvo a Poeta en Nueva York, lo recorro otra vez página por página, poema a poema, y a los pocos pasos la selva urbana ¿surrealista? desemboca en un claro. El epígrafe de Jorge Guillén («Sí, tu niñez: ya fábula de fuentes») nos advierte ya que hemos llegado a otro espacio. Una suave corriente de endecasílabos serena y llena de otra luz el aire, no usada en el resto del libro. Las imágenes lorquianas, sin perder su visionaria terribilidad, se adaptan a esa atmósfera. Pasada la época de la fascinación gongorina, las resonancias áureas vuelven:

Norma de amor te di, hombre de Apolo,
llanto con ruiseñor enajenado,
pero, pasto de ruinas, te afilabas
para los breves sueños indecisos.

Frente al «ruiseñor enajenado», frente a esas ruinas que pastan como incendio o como ganado mítico, «norma de amor te di, hombre de Apolo». El amor como una norma o como algo que se realiza, que se hace real y concreto por medio de una norma. Frente a la violenta concepción romántica del amor, frente al sangrante patetismo trágico de tanto amor lorquiano, el poeta ahora nos da otro amor.
La resonancia de la poesía áurea no se halla tanto en el ritmo endecasílabo o en la mención de Apolo, sino en ese amor que da normas. Es el amor platónico, neoplatónico, neopitagórico, del Renacimiento y del Barroco también, pese a las contorsiones de éste. El amor como fuente no de desorden y turbulencia, sino de armonía, de concordia. El amor, sí, que «mueve al Sol y las demás estrellas», pero no cristianamente, como en Dante, sino como el Eros del paganismo tardío, sabio y filosófico.
Pero en Lorca eso no puede durar. Sediento de sacrificio y de sangre (al amor de Lorca, mejor que el arco y las flechas, le va el técpatl), el Duende lo hace volver a la locura, a enajenar al ruiseñor, a la urbe cuyo incendio y cuyas ruinas son lo mismo. Y luego, en el cuarto de esos versos, otra vez la delicadeza, o mejor dicho una delicadeza otra, distinta: esos «breves sueños indecisos» que no nos permiten ver lo soñado por ellos. No ya los demonios desnudos de la poesía visionaria del siglo XX (surrealista o no), sino un frágil langor, un entresueño de nocturno romántico —la «luz no usada» de Francisco Salinas y de Fray Luis cede el paso a la noche de Chopin, a sus claros y suspiros.

13 diciembre, 2023

Nadie está tan solo en el Todo como el que niega a Dios


La negación de la inmortalidad me produce menos daño que la de la divinidad.
… … …

La mano del ateísmo despedaza el entero universo espiritual, fragmentándolo en innumerables puntos-yo, como gotas de mercurio brillantes, centelleantes, errabundas, fugitivas.
… … …

Nadie está tan solo en el Todo como el que niega a Dios: habiendo perdido al Padre supremo se aflige, huérfano su corazón, junto al inconmensurable cadáver de la naturaleza.
… … …

Frente a él está inmóvil el mundo entero, como la gran esfinge egipcia de piedra medio hundida en la arena.

Jean Paul, en Alba del nihilismo. Trad. Jorge Pérez de Tudela. Istmo, 2003..

21 noviembre, 2023

Jean Paul: de «Lamentación de Shakespeare muerto»


La eternidad se rumia a sí misma y roe el caos.

No escucho más que mi voz, y detrás de mí todo está aniquilado.

¿No veis vosotros, los muertos, sobre el altar el inmóvil montón de restos de Jesucristo putrefacto?

De Alba del nihilismo. Trad. Jorge Pérez de Tudela. Istmo, 2003.

20 noviembre, 2023

Jean Paul: del «Sermón fúnebre de Shakespeare»


Mirad cómo fluctúa el caos, extinguiéndose y renaciendo constantemente.

Sol, doquiera que vas con tus planetas, no encuentras en tu largo periplo ningún Dios.

El relámpago, que en el día de la vida no se divisaba, se ve brillar más fuertemente en la noche de la muerte.

Alba del nihilismo. Trad. Jorge Pérez de Tudela. Istmo, 2003.

24 octubre, 2018

Manuel Acuña: Ante un cadáver


¡Y bien! aquí estás ya… sobre la plancha
donde el gran horizonte de la ciencia
la extensión de sus límites ensancha.

Aquí donde la rígida experiencia
viene a dictar las leyes superiores
a que está sometida la existencia.

Aquí donde derrama sus fulgores
ese astro a cuya luz desaparece
la distinción de esclavos y señores.

Aquí donde la fábula enmudece
y la voz de los hechos se levanta
y la superstición se desvanece.

Aquí donde la ciencia se adelanta
a leer la solución de ese problema
cuyo solo enunciado nos espanta:

ella, que tiene la razón por lema,
y que en tus labios escuchar ansía
la augusta voz de la verdad suprema.

Aquí estás ya… tras de la lucha impía
en que romper al cabo conseguiste
la cárcel que al dolor te retenía.

La luz de tus pupilas ya no existe,
tu máquina vital descansa inerte
y a cumplir con su objeto se resiste.

¡Miseria y nada más!, dirán al verte
los que creen que el imperio de la vida
acaba donde empieza el de la muerte.

Y suponiendo tu misión cumplida,
se acercarán a ti, y en su mirada
te mandarán la eterna despedida.

Pero, ¡no!… tu misión no está acabada:
que ni es la nada el punto en que nacemos
ni el punto en que morimos es la nada.

Círculo es la existencia, y mal hacemos
cuando al querer medirla le asignamos
la cuna y el sepulcro por extremos.

La madre es sólo molde en que tomamos
nuestra forma, la forma pasajera
con que la ingrata vida atravesamos.

Pero ni es esa forma la primera
que nuestro ser reviste, ni tampoco
será su última forma cuando muera.

Tú, sin aliento ya, dentro de poco
volverás a la tierra y a su seno,
que es de la vida universal el foco.

Y allí, a la vida en apariencia ajeno,
el poder de la lluvia y del verano
fecundará de gérmenes tu cieno.

Y al ascender de la raíz al grano,
tras del vegetal a ser testigo
en el laboratorio soberano;

tal vez, para volver cambiado en trigo
al triste hogar donde la triste esposa
sin encontrar un pan sueña contigo.

En tanto que las grietas de tu fosa
verán alzarse de su fondo abierto
la larva convertida en mariposa,

que en los ensayos de su vuelo incierto
irá al lecho infeliz de tus amores
a llevarte tus ósculos de muerto.

Y en medio de esos cambios interiores
tu cráneo, lleno de una nueva vida,
en vez de pensamientos dará flores:

en cuyo cáliz brillará escondida
la lágrima, tal vez con que tu amada
acompañó el adiós de tu partida.

La tumba es el final de la jornada
porque en la tumba es donde queda muerta
la llama en nuestro espíritu encerrada.

Pero en esa mansión, a cuya puerta
se extingue nuestro aliento, hay otro aliento
que de nuevo a la vida nos despierta.

Allí acaban la fuerza y el talento,
allí acaban los goces y los males,
allí acaban la fe y el sentimiento:

allí acaban los lazos terrenales,
y mezclados el sabio y el idiota,
se hunden en la región de los iguales.

Pero allí donde el ánimo se agota
y perece la máquina, allí mismo
el ser que muere es otro ser que brota.

El poderoso y fecundante abismo
del antiguo organismo se apodera,
y forma y hace de él otro organismo.

Abandona a la historia justiciera
un nombre sin cuidarse, indiferente,
de que ese nombre se eternice o muera.

El recoge la masa únicamente
y cambiando las formas y el objeto,
se encarga de que viva eternamente.

La tumba sólo guarda un esqueleto;
mas la vida en su bóveda mortuoria
prosigue alimentándose en secreto.

Que al fin de esta existencia transitoria
a la que tanto nuestro afán se adhiere,
la materia, inmortal como la gloria,
cambia de formas; pero nunca muere.

24 octubre, 2018

El romanticismo tardío en México: dos sonetos


Al viento

Vicente Riva Palacio (1832-1896)

Cuando era niño, con pavor te oía
en las puertas gemir de mi aposento;
doloroso, tristísimo lamento
de misteriosos seres te creía.

Cuando era joven, tu rumor decía
frases que adivinó mi pensamiento,
y cruzando después el campamento,
«Patria», tu ronca voz me repetía.

Hoy te siento azotando, en las oscuras
noches, de mi prisión las fuertes rejas;
pero hánme dicho ya mis desventuras

que eres viento, no más, cuando te quejas,
eres viento si ruges o murmuras,
viento si llegas, viento si te alejas.

Nada

Antonio Plaza (1833-1882)

Nadaba entre la nada. Sin empeño
A la vida, que es nada, de improviso
Vine a soñar que soy; porque Dios quiso
Entre la nada levantar un sueño.

Dios, que es el Todo y de la nada es dueño,
Me hace un mundo soñar, porque es preciso;
Él, siendo Dios, de nada un paraíso
Formó, nadando en eternal ensueño.

¿Qué importa que en la nada confundida
vuelva a nadar, al fin, esta soñada
vil existencia que la nada olvida,

nada fatal de la que fue sacada?…
¿Qué tiene esta ilusión que llaman vida?
-Nada en su origen. – ¿ Y en su extremo? – ¡Nada!

21 octubre, 2018

Notas a la Velada II de Altamirano


1. Larra: Mariano José de Larra (1809-1837), el gran autor de los Artículos. Parecería que Altamirano ignoraba que en 1868 ya tenía 31 años de haber muerto. Fernández y González, Pérez Escrich, Fernán Caballero, Eguilaz: de todos éstos, Fernán Caballero es la de mayor trascendencia: seudónimo de Cecilia Bohl de Faber (1796–1877), narradora costumbrista, centrada en el campo andaluz, de ideas conservadoras. Manuel Bretón de los Herreros (1796–1873), dramaturgo romántico, sería el más recordado entre los demás.

2. Fernando de Alva Ixtlilxóchitl (¿1568?-1648), noble novohispano descendiente de Nezahualcóyotl, autor de obras históricas sobre el pasado prehispánico.

3. Edward King, vizconde de Kingsborough (1795 – 1837), gran coleccionista y divulgador de antigüedades prehispánicas. Sobre el Códice Kingsborough, puede revisarse esta página del Instituto de Investigaciones Filológicas.

4. Uno de los visitadores que investigaron y persiguieron la supuesta sublevación de Martín Cortés. Ignacio Rodríguez Galván escribió, acerca de él, un drama: Muñoz, visitador de México.

5. Tanto la ortografía de estos nombres, como las comparaciones que hace Altamirano, se deben contextualizar en su momento histórico. Aún había que avanzar mucho en el conocimiento de la historia y la cultura mesoamericanas.

6. Araucanos: nombre por el que se conoció al pueblo mapuche que resistió con bravura a la conquista española, y que todavía se opone al despojo de su tierra en el actual Chile. Su valentía inspiró La Araucana, de Alonso de Ercilla, único poema épico del Siglo de Oro español que ha tenido verdadera trascendencia. ¿Por qué la comparación con los mayas? Resulta que la conquista del pueblo maya se consumó hasta 1697, cuando fueron destruidas sus últimas ciudades, como Tayasal (en el actual Belice), a lo que debemos añadir hechos posteriores, como la Guerra de Castas (1847-1901).

7. Fingal: personaje de los mitos y leyendas celtas, popularizado desde 1761 y en la época romántica gracias a los poemas épicos forjados por el escritor James Macpherson, que atribuyo falsamente a Ossian, bardo legendario. Walter Scott (1771-1832): narrador escocés, creador del género de la novela histórica. Punto de referencia para los narradores románticos y también para los primeros realistas (aunque sea para distanciarse de su estética, por ejemplo Stendhal). Fenimore Cooper (1789-1851): escritor estadounidense, uno de los primeros autores que contribuyeron a forjar la imagen de los Estados Unidos como tierra de la frontera, de los pioneros, etc. Su novela más conocida: El último de los mohicanos.

8. Escritores románticos sudamericanos. Esteban Echeverría (1805-1851): argentino, uno de los primeros románticos de nuestra lengua. Famoso por el poema narrativo La cautiva y por el cuento El matadero. Alphonse de Lamartine (1790-1869): poeta, narrador, historiador, demócrata (presidente de la efímera II República francesa durante algunos meses de 1848) y uno de los románticos franceses más conocidos.

9. Literalmente, una “entretenida”. Una amante de lujo, como las que abundan en las novelas francesas del XIX y sus adaptaciones del cine y la televisión.

10. Un pichi-rey es un jefe o caudillo de los pueblos indígenas de Chile y Argentina, como los ranqueles.

11. Fraile inglés (1597-1656), luego convertido al anglicanismo, que escribió sobre sus viajes por Nueva España.

12. Isidore Löwenstern (1807-1863?), viajero austriaco. Su libro sobre México ha sido publicado por el FCE. La escocesa Frances Erskine Inglis (1804-1882) casó con el diplomático Ángel Calderón de la Barca, representante de España en nuestro país de 1839 a 1842. En 1843, la señora Calderón de la Barca publicó sus impresiones con el título Life in Mexico During a Residence of Two Years in That Country. La obra también ha sido traducida y publicada en la primera serie de la colección Lecturas Mexicanas.

13. La sátira menipea, género literario de la Antigüedad grecolatina, pasó a la historia como ejemplo de relato mentiroso, incongruente, vulgar.

14. Jospeh Addison (1672-1719), inglés, clásico del ensayo y del periodismo, uno de los autores emblemáticos del Siglo de las Luces. Fígaro: personaje de famosas comedias y óperas del siglo XVIII, su nombre sirvió como seudónimo a diversos periodistas. Lo más probable es que Altamirano se refiera a Larra.

15. Sobre las Veladas Literarias, remito al artículo de la Enciclopedia de la Literatura en México.

10 octubre, 2018

Guillermo Prieto: «Trifulca»


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Claudio Linatti (1790-1832), Disputa de dos mujeres indígenas. De Costumes civils, militaires et réligieux du Mexique (Bélgica, 1828).

Formando circo la gente
como quien ve topar gallos,
entre mujeres que gritan
y empujones de muchachos,
entre ladridos de canes,
furiosos y el polvo alzando,
arremetió la Bartola
contra el zurdo Cayetano.
Y aquellas fueron mordidas,
y aquellos fueron arañois,
y aquellas las indirectas
de avergonzar a los diablos.
Los mechones de cabellos
por los aires van volando,
riegan el hollado suelo
los jirones de lso trapos;
y la Bartola insultiva
ya triunfa de Cayetano,
cuando éste al fin se calienta,
como que no era de palo,
y le pega a la Bartola
tal retreta de sopapos,
que parece que en sus lomos
repican el zapateado.
—Déjala, grita la gente.
—Quietos, porque son casados.
—¡Poco hombre! —¡Zurdo maldito!
—¡Fierabrás! —¡Meco! —¡Ajembrado!
Mas, separando a la gente,
fiero, decidido, bravo,
entre los dos combatientes
se planta resuelto Pablo,
el tendero más querido
por la redondez del barrio.
—¡A la mujer no se hiere!
¡alto, digo, Cayetano!,
y de una fuerte puñada
lo puso a sus pies postrado;
pero al punto la Bartola,
como lión y como rayo.
Desdoblando una navaja
que llevaba en el refajo,
brotando fuego sus ojos,
así le dice a don Pablo:
—¿De qué se mete el tendero
descasador… tragavasos?
¿no sabe que es mi marido
legal, de dentro al curato,
y que gobierna lo suyo
y en lo suyo tiene mando?
Tome el jopo y deje a mi hombre
que haga de su capa un sayo.
Entre silbidos y risas
fuese escurriendo don Pablo,
y frescos como claveles,
rumbo al portal del Topacio,
se fueron de bracelete
la Bartola y Cayetano.

22 marzo, 2017

La poesía pura en Edgar Allan Poe


De Filosofía de la composición

El placer que a la vez es el más intenso, el más elevado y el más puro, se encuentra, según creo, en la contemplación de lo bello. Cuando los hombres hablan de Belleza quieren significar no precisamente una cualidad, como en general se cree, sino un efecto. Para expresarlo en pocas palabras, se refieren a la elevación intensa y pura del almano a la del intelecto o a la del corazón– que ya he comentado y que se experimenta como consecuencia de la contemplación de lo “bello”. Ahora bien, designo a la Belleza como provincia del poema simplemente porque es una regla evidente del arte que los efectos deben surgir de causas directas; que el objeto debe alcanzarse recurriendo a los medios mejor adaptados para su consecución; y nadie ha sido todavía lo suficientemente débil como para negar que la elevación particular aludida se logra más fácilmente en el poemas. Ahora bien, el objeto Verdad, o la satisfacción del intelecto, y el objeto Pasión, o la exaltación del corazón, pueden ser alcanzados, hasta cierto punto, mucho más fácilmente en el dominio de la poesía que en el de la prosa. De hecho la Verdad exige cierta precisión, y la pasión cierta sencillez (los verdaderos apasionados me comprenderán), que son absolutamente antagónicas a esa Belleza que, lo sostengo, es la exaltación o la elevación gozosa del alma. De ninguna manera ha de inferirse, partiendo de lo que acabo de decir, que la pasión, o aun la verdad, puedan no ser introducidas ventajosamente en un poema, ya que suelen servir para la elucidación o bien ayudan al efecto general, tal como las discordancias en la música: por contraste. Pero el verdadero artista tratará siempre de subordinarlas, en primer lugar, al fin predominante, y, en segundo lugar, de ordenarlas, en todo lo posible, de esa Belleza que es la atmósfera y la esencia del poema. (T. de Carlos María Reylés, en E. A. Poe, La filosofía de la composición seguida de El cuervo. México: Fontamara, 2011, p.14-15. Original inglés, aquí).

De El principio poético

Tenemos aún una sed insaciable para aliviar la cual nos han mostrado las fuentes de cristal. Esta sed pertenece a la inmortalidad del hombre, a la vez una consecuencia y una señal de su existencia perenne. Es el deseo de la mariposa nocturna por alcanzar la estrella. No es una mera apreciación de la belleza ante nosotros sino un esfuerzo salvaje por alcanzar la belleza en lo alto. Inspirados por una presciencia extática de las glorias más allá de la tumba, luchamos por medio de combinaciones multiformes entre las cosas y los pensamientos del tiempo, para alcanzar una parte de esa belleza, cuyos elementos mismos tal vez pertenecen sólo a la eternidad. Y así, cuando por la poesía, o cuando por la música -el más cautivador de los modos poéticos-, nos encontramos deshechos en lágrimas, las vertemos, no como supone el abate Gravina, por exceso de placer, sino por cierta malhumorada e impaciente tristeza ante nuestra inhabilidad para captar ahora, enteramente, aquí en la Tierra y de una vez para siempre, esos goces divinos y extáticos, de los cuales, a través del poema o a través de la música logramos captar sólo unos breves e indeterminados vislumbres (traducción al español en la biblioteca digital del CCH; versión original, aquí).

2 febrero, 2016

La poesía mexicana en vísperas del modernismo


Manuel_Ocaranza_-La flor muerta 1868-2

Manuel Ocaranza: La flor rota, 1868

Al caer la tarde
Joaquín Arcadio Pagaza (1839-1918)

Van en tropel cruzando los bermejos
celajes el espacio; la campaña
pueblan las sombras; y los riscos baña
tardo el Sol con los últimos reflejos.

En medio, Lauro, a los copudos tejos
que sombríos coronan la montaña,
descasa Filis, cuya la cabaña
fue que en ruinas vislumbras no muy lejos.

Aquella claridad que surge ahora
ciñendo el mar, de céfiros ladrones,
la hueste que perfumes atesora,

y este plañir tenaz de los alciones,
¡cuánto agradaban, cuánto, a mis pastora…!
…¡Apiádate de mí!… ¡No me abandones!

Los naranjos (fragmento)
Ignacio Manuel Altamirano (1834-1893)

Perdiéronse las neblinas
En los picos de la sierra,
Y el sol derrama en la tierra
Su torrente abrasador.
Y se derriten las perlas
Del argentado rocío,
En las adelfas del río
Y en los naranjos en flor.

Del mamey el duro tronco
Picotea el carpintero,
Y en el frondoso manguero
Canta su amor el turpial;
Y buscan miel las abejas
En las piñas olorosas,
Y pueblan las mariposas
El florido cafetal.

(…)

A Gloria (fragmentos)
Salvador Díaz Mirón (1853-1928)

No intentes convencerme de torpeza
con los delirios de tu mente loca:
mi razón es al par luz y firmeza,
firmeza y luz como el cristal de roca.

(…)

Fiando en el instinto que me empuja,
desprecio los peligros que señalas.
«El ave canta aunque la rama cruja,
como que sabe lo que son sus alas».

(…)

¡Alumbrar es arder! ¡Estro encendido
será el fuego voraz que me consuma!
La perla brota del molusco herido
y Venus nace de la amarga espuma.

Los claros timbres de que estoy ufano
han de salir de la calumnia ilesos.
Hay plumajes que cruzan el pantano
y no se manchan… ¡Mi plumaje es de esos!

(…)

¡Confórmate, mujer! Hemos venido
a este valle de lágrimas que abate,
tú, como la paloma, para el nido,
y yo, como el león, para el combate.