Posts tagged ‘Modernismo y 98’

20 abril, 2024

El joven Juan Ramón se descubre modernista


–¿Tú eres modernista, Juan Ramón? –me dijo de pronto María Francisca Coronel, la Ninfa mayor del Parnaso moguereño, buena y bella amiga mía que admiraba mis dotes poéticas de adolescente–. Julio del Mazo me ha contado que en el Ateneo de Sevilla se dice que tú eres ahora modernista. Dime tú qué es eso.
   […] Era la primera vez que oía yo la palabra modernista, y me sonó limpia, fresca y simpática en labios de la Ninfa. Y la oía aplicada nada menos que a mí.
    ¿Qué significaba aquello?
 Yo acababa de publicar, en Huelva, Sevilla y Madrid, algunos versos como éstos:

por la risa de plata de las verdes estrellas,
entre blanca aureola de nardos somnolientos,
con el suave empuje de sus olas doradas, 
en la escala celeste del alma de la luna,
y las rosas enrojecen con la fuerza de su risa.

[…] Y había escrito estos versos, sin duda, porque había leído en La Ilustración Española y Americana de casa de mi hermana Ignacia, muy amiga de revistas, el májico poema “Cosas del Cid”, de Rubén Darío; y en El Gato Negro de Barcelona […] el para mí entonces extravagante “Friso” de Rubén Darío […]. Y Rubén Darío estaba en Madrid, enviado por La Nación de Buenos Aires. Yo lo sabía porque Vida Nueva había publicado un saludo al grande nicaragüense diciendo que “sus brazos unían América con España”, o algo parecido. 
   Muy escitado con aquello de modernista que yo era, me fui a Sevilla a ver a mis amigos de El Programa […]. Don José Lamarque de Novoa, protector del primero de esos periódicos literarios, me recibió asombrado y me dijo:
   –¿Ya está usted imitando a esos tontos del futraque, como Salvador Rueda?
   Yo, un poco colorado, le dije que Los camafeos de Rueda me gustaban, pero que los versos de Rubén Darío me gustaban más. 
   –¿Y quién es Rubén Darío? ¡Otro cursi, sin duda!
   […] Otra vez yo en Moguer, […] recibí una tarjeta postal de Francisco Villaespesa, que ya me había mandado su librito Luchas, influido por Díaz Mirón y por Rueda, en la que me llamaba “hermano” y me invitaba a ir a Madrid a luchar con él por el modernismo. [….] Y la tarjeta venía firmada también ¡por Rubén Darío!

Juan Ramón Jiménez, “El modernismo poético en España y en Hispanoamérica”, en El trabajo gustoso, Aguilar, México, 1961. 

1 marzo, 2024

«De tu propia alegría serás verdugo»


Recuerdo de la infancia
Julián del Casal

Una noche mi padre, siendo yo niño,
mirando que la pena me consumía,
lanzó de mi destino la profecía,
una noche mi padre, siendo yo niño.

Lo que tomé yo entonces por un reproche
y, extendiendo mi cuello sobre mi hombro,
me hizo pasar llorando toda la noche,
lo que tomé yo entonces por un reproche.

—Sumergida en profunda melancolía
como estrella en las brumas de la alborada,
gemirá para siempre —su voz decía—
por todos los senderos tu alma cansada,
sumergida en profunda melancolía.

Persiguiendo en la sombra vana quimera,
que tan sólo tu mente de encantos viste,
te encontrará cada año la primavera
enfermo y solitario, doliente y triste,
persiguiendo en la sombra vana quimera.

Para ti la existencia no tendrá un goce
ni habrá para tus penas ningún remedio
y, unas veces sintiendo del mal el roce,
otras veces henchido de amargo tedio,
para ti la existencia no tendrá un goce.

Como una planta llena de estéril jugo
que ahoga de sus ramas la florescencia,
de tu propia alegría serás verdugo
y morirás ahogado por la impotencia
como una planta llena de estéril jugo.

Como pájaros negros por azul lago
nublaron sus pupilas mil pensamientos,
y, al morir en la sombra su acento vago,
vi pasar por su mente remordimientos
como pájaros negros por azul lago.

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8 noviembre, 2023

Antonio Machado sobre Francisco Giner de los Ríos


Varios autores: Giner. Sel. y notas de R.L. México: Instituto Luis Vives, 1969.

9 octubre, 2019

«Voces de otra esfera»: P. A. González


Siento que mi pupila ya se apaga
bajo una sombra misteriosa y vaga.
Quizá cuando la Luna se alce incierta
yo esté ya lejos de la luz que vierta.
Quizá cuando la noche ya se vaya
ni un rastro haya de mí sobre la playa.
Parece que mi espíritu sintiera
las recónditas voces de otra esfera.
No sé quién de este mundo al fin me llama,
¡de este mundo que no amo y que no me ama!

Pedro Antonio González (1863-1903, chileno)

1 abril, 2019

Rubén Darío: «Palabras de la satiresa»


Un día oí una risa bajo la fronda espesa,
vi brotar de lo verde dos manzanas lozanas;
erectos senos eran las lozanas manzanas
del busto que bruñía de sol la Satiresa:

era una Satiresa de mis fiestas paganas,
que hace brotar clavel o rosa cuando besa;
y furiosa y riente y que abrasa y que mesa,
con los labios manchados por las moras tempranas.

Tú que fuiste, me dijo, un antiguo argonauta,
alma que el sol sonrosa y que la mar zafira,
sabe que está el secreto de todo ritmo y pauta

en unir carne y alma a la esfera que gira,
y amando a Pan y Apolo en la lira y la flauta,
ser en la flauta Pan, como Apolo en la lira.

13 septiembre, 2017

Juan Ramón Jiménez: de la primera época


giovanni-segantini-love-at-the-fountain-of-life.jpgYo me moriré… (de Arias tristes, 1903)

Yo me moriré, y la noche
triste, serena y callada,
dormirá el mundo a los rayos
de su luna solitaria.

Mi cuerpo estará amarillo,
y por la abierta ventana
entrará una brisa fresca
preguntando por mi alma.

No sé si habrá quien solloce
cerca de mi negra caja,
o quien me dé un largo beso
entre caricias y lágrimas.

Pero habrá estrellas y flores
y suspiros y fragancias,
y amor en las avenidas
a la sombra de las ramas.

Y sonará ese piano
como en esta noche plácida,
y no tendrá quien lo escuche
sollozando en la ventana.

Francina, ¿en la primavera…? (de Jardines lejanos, 1903-1904)

Francina, ¿en la primavera
tienes la boca más roja?
—La primavera me pone
siempre más roja la boca.

—¿Es que besas más, o es
que las rosas te arrebolan?
—Yo no sé si es mal de besos
o si es dolencia de rosas.

—Y, te gustan más los labios
o las rosas?
—¿Qué te importa…?
la rosa me sabe a beso;
el beso, a beso, y a rosa.

Entonces le puse un beso
en la rosa de su boca.
La tarde de abril moría,
rosamente melancólica.

las fuentes iban al cielo
con su plata temblorosa.
Francina deshojó a besos
su boca sobre mi boca.

Mañana de la cruz (de Baladas de primavera, 1907)

Dios está azul. La flauta y el tambor
anuncian ya la cruz de primavera.
¡Vivan las rosas, las rosas del amor,
entre el verdor con el sol de la pradera!

Vámonos al campo por romero,
vámonos, vámonos
por romero y por amor…

Le pregunté: «¿Me dejas que te quiera?»
Me respondió, radiante de pasión:
«Cuando florezca la cruz de primavera,
yo te querré con todo el corazón.»

Vámonos al campo por romero,
vámonos, vámonos
por romero y por amor…

«Ya floreció la cruz de primavera.
¡Amor, la cruz, amor, ya floreció!»
Me respondió: «¿Tú quieres que te quiera?»
¡Y la mañana de luz me traspasó!

Vámonos al campo por romero,
vámonos, vámonos
por romero y por amor…

Alegran flauta y tambor nuestra bandera.
La mariposa está aquí con la ilusión…
¡Mi novia es la virjen de la era
y va a quererme con todo el corazón!

El mar lejano (de Baladas de primavera, 1907)

La fuente aleja su cantata.
Despiertan todos los caminos…
Mar de la aurora, mar de plata,
¡qué limpio estás entre los pinos!

Viento del Sur, ¿vienes sonoro
de soles? Ciegan los caminos…
Mar de la siesta, mar de oro,
¡qué alegre estás sobre los pinos!

Dice el verdón no sé qué cosa…
Mi alma se va por los caminos…
Mar de la tarde, mar de rosa,
¡qué dulce estás entre los pinos!

Luna sola (de Poemas májicos y dolientes, 1911)

Cesó el clarín agudo, y la luna está triste.
Grandes nubes arrastran la nueva madrugada.
Ladra un perro alejándose, y todo lo que existe
se hunde en el abismo sin nombre de la nada.

La luna dorará un viejo camposanto…
Habrá un verdín con luna sobre una antigua almena…
En una fuente sola, será una luna en llanto…
Habrá una mar sin nadie, bajo una luna llena…

Para un libro no escrito (de Poemas impersonales, 1911)

Creemos los nombres.

Derivarán los hombres.
Luego, derivarán las cosas.
Y sólo quedará el mundo de los nombres,
letra del amor de los hombres,
del olor de las rosas.

Del amor y las rosas,
no ha de quedar sino los nombres.
¡Creemos los nombres!

1 May, 2016

E. Gómez Carrillo: Viaje al país del No-Morir


Hay un libro célebre, que se titula Vasobioyé, en el cual un aventurero cuenta su viaje al país fantástico del No-Morir. «En aquel país —dice— no había muerto aún nadie; pero como las biblias de la China y de la India que han llevado algunos viajeros le han hecho saber que la muerte existe, se empeñan en conocerla y, al fin, van lográndolo. Todos estudian el arte de morir, como nosotros los japoneses estudiamos la magia. Para llegar a su fin, se privan de alimentos, se encierran, se hieren. En las mesas de los ricos no se sirven más que venenos muy famosos, llevados de países lejanos, pero que, según creo, no les causan efecto sino muy de tarde en tarde. Con ciertos elíxires logran perder el conocimiento, como cuando nosotros abusamos de las copas de saké, y entonces exclaman delirando de placer: ¡Así debe de ser la muerte!, y bailan llenos de ventura. La ocupación nacional es correr tras la muerte».

Enrique Gómez Carrillo, El Japón heroico y galante. Buenos Aires: Biblioteca Crisantema, 1935.

27 abril, 2016

Delmira Agustini: dos poemas


Mikhail Vrubel-The Swan Princess 1900

Mikhail Vrubel: La princesa cisne, 1900

Explosión

Si la vida es amor, ¡bendita sea!
¡Quiero más vida para amar! Hoy siento
Que no valen mil años de la idea
Lo que un minuto azul de sentimiento.

Mi corazón moría triste y lento…
Hoy abre en luz como una flor febea;
¡La vida brota como un mar violento
Donde la mano del amor golpea!

Hoy partió hacia la noche, triste, fría,
Rotas las alas, mi melancolía;
Como una vieja mancha de dolor

En la sombra lejana se deslíe…
Mi vida toda canta, besa, ríe!
¡Mi vida toda es una boca en flor!

(De El libro blanco (Frágil), 1907)

viñeta2El arroyo

¿Te acuerdas?… El arroyo fue la serpiente buena…
Fluía triste y triste como un llanto de ciego,
cuando en las piedras grises donde arraiga la pena,
como un inmenso lirio, se levantó tu ruego.

Mi corazón, la piedra más gris y más serena,
despertó en la caricia de la corriente, y luego
sintió cómo la tarde, con manos de agarena,
prendía sobre él una rosa de fuego.

Y mientras la serpiente del arroyo blandía
el veneno divino de la melancolía,
tocada de crepúsculo me abrumó tu cabeza,

la coroné de un beso fatal; en la corriente
vi pasar un cadáver de fuego… Y locamente
me derrumbó en tu abrazo profundo la tristeza.

De El rosario de Eros, 1924

19 marzo, 2016

La cortesía de los Cuarenta y Siete Ronin


Los 47 santos de la religión del rencor son los modelos clásicos de la calma urbana. Al conseguir hallarse solos ante el detestado príncipe Kotsuké, supieron dominar su sed de sangre, y haciéndole grandes reverencias dijéronle:

Señor, nosotros somos los hombres de Taku-mi-no-Kami. Vuestra señoría no habrá olvidado que antaño tuvo con él una querella, a resultas de la cual nuestro amo perdió la vida y su familia se arruinó. Como somos humildes y fieles servidores, nos vemos en la obligación de rogaros con el mayor respeto que os digneis suicidaros en nuestra presencia. Uno de nosotros os cortará en seguida la noble cabeza y la llevaremos todos al campo para depositarla sobre la tumba de nuestro buen jefe.

Esto dijeron. Y como el príncipe no se dignó darse la muerte con sus propias manos, los vengadores se confundieron en excusas y lo decapitaron sonriendo. La palabra sonriendo está en el texto.

Enrique Gómez Carrillo, El Japón heroico y galante. Buenos Aires: Biblioteca Crisantema, 1935, p. 121.

16 marzo, 2016

Gutiérrez Nájera, Díaz Mirón y González Martínez: tres poemas


ramos martinez-primavera

Alfredo Ramos Martínez (1871-1946) La primavera

Para entonces
Manuel Gutiérrez Nájera

Quiero morir cuando decline el día,
en alta mar y con la cara al cielo;
donde parezca un sueño la agonía,
y el alma, un ave que remonta el vuelo.

No escuchar en los últimos instantes,
ya con el cielo y con el mar a solas,
más voces ni plegarias sollozantes
que el majestuoso tumbo de las olas.

Morir cuando la luz triste retira
sus áureas redes de la onda verde,
y ser como ese sol que lento expira;
algo muy luminoso que se pierde.

Morir, y joven: antes que destruya
el tiempo aleve la gentil corona;
cuando la vida dice aún: “soy tuya”,
¡aunque sepamos bien que nos traiciona!

Ejemplo
Salvador Díaz Mirón

En la rama el expuesto cadáver se pudría,
como un horrible fruto colgante junto al tallo,
rindiendo testimonio de inverosímil fallo
y con ritmo de péndola oscilando en la vía.

La desnudez impúdica, la lengua que salía,
y alto mechón en forma de una cresta de gallo,
dábanle aspecto bufo; y al pie de mi caballo
un grupo de arrapiezos holgábase y reía.

Y el fúnebre despojo, con la cabeza gacha,
escandaloso y túmido en el verde patíbulo,
desparramaba hedores en brisa como racha,

mecido con solemnes compases de turíbulo.
y el sol iba en ascenso por un azul sin tacha,
y el campo era figura de una canción de Tíbulo.

Mi amigo el silencio
Enrique González Martínez

Llegó una vez, al preludiar mi queja
bajo el amparo de la tarde amiga,
y posó su piedad en mi fatiga,
y desde aquel entonces no me deja.

Con blanca mano, de mi labio aleja
el decidor afán y lo mitiga,
y a la promesa del callar obliga
la fácil voz de la canción añeja.

Vamos por el huir de los senderos,
y nuestro mudo paso de viajeros
no despierta a los pájaros… Pasamos

solos por la región desconocida;
y en la vasta quietud, no más la vida
sale a escuchar el verso que callamos.

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