El narrador es el sujeto de la enunciación del relato. Es una voz (la que nos cuenta lo narrado) y una mirada, tanto en sentido literal como en sentido figurado: el narrador observa lo narrado, conoce el mundo en el que transcurre la historia, emite juicios (o se abstiene de hacerlo) y tiene actitudes hacia los personajes, los acontecimientos, etc.
Para analizar al narrador, debemos tomar en cuenta tres aspectos que lo constituyen: 1) su participación en la historia narrada; 2) la focalización; y 3) la persona del verbo.
Participación en la historia
El narrador puede participar o no en la historia narrada. En el primer caso será intradiegético u homodiegético, y en el segundo, heterodiegético.
El narrador heterodiegético es ajeno a la historia. No participa en ella ni siquiera como testigo. Los ejemplos son fáciles de encontrar: sería el narrador del cuento popular, de la Iliada, de Las ilusiones perdidas de Balzac, etc.
El narrador intradiegético u homodiegético forma parte de la historia. Es, al mismo tiempo, narrador y personaje. Su participación puede ser secundaria; en tal caso será un narrador testigo o testimonial, como en «El perseguidor», de Julio Cortázar. El narrador es Bruno, crítico musical y amigo del jazzista Johnny Carter, protagonista de la historia. Bruno lo acompaña, dialoga con él, trata de comprenderlo, nos cuenta lo que ve y reflexiona sobre ello.
Ahora bien, el narrador puede ser el propio protagonista del relato. Se llama narrador autodiegético. Por ejemplo, en «El huésped», de Amparo Dávila, la historia es narrada por una mujer, esposa oprimida, a cuya casa lleva un día su esposo a vivir un «huésped» sin nombre, al que no describe, pero cuya presencia es tremendamente perturbadora.
Además, el narrador puede ser disonante o consonante. Si mantiene mayor o menor distancia crítica respecto a los personajes, es disonante; un caso claro lo tenemos en el Quijote, donde la voz narrativa se permite, por ejemplo, juzgar sobre la verosimilitud de lo que el caballero vio en la Cueva de Montesinos.
En cambio, el narrador que se halle de acuerdo en todo con sus personajes, por lo menos con el protagonista, será consonante. Esto es muy común en las narraciones de entretenimiento, como en las novelas de caballería que parodia El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha.
La focalización
La focalización se relaciona sobre todo con lo que el narrador sabe acerca del mundo narrado.
Cuando el narrador sabe más que los personajes, se habla de focalización cero. Equivale al narrador omnisciente. Así, a este narrador no se le oculta nada de lo que sucede; conoce igualmente lo que piensan y sienten los personajes, e incluso puede saberlo mejor que ellos, debido a que penetra en sus procesos insconscientes.
También es posible que el narrador sepa tanto como los personajes, o al menos tanto como uno de ellos. Se habla entonces de focalización interna. De este modo, en «El perseguidor» el narrador Bruno se halla limitado por lo que llega a presenciar y por el grado en que puede (o no) comprender al protagonista Johnny Carter.
Igualmente, puede saber menos que los personajes. Se trata aquí de la focalización externa. El narrador puede ser como una cámara que registra lo que se puede ver, oir, etc., desde una cierta posición en el mundo narrado (por ejemplo, una ventana de una casa), pero no penetra en las mentes de los personajes. O puede ser una especie de cronista que reúne testimonios sobre los hechos narrados, sin tener nunca un conocimiento directo de ellos.
La persona del verbo
El relato puede ser narrado en cualquiera de las personas del verbo. Generalmente, en primera o en tercera persona, ambas del singular, pero todas las demás opciones son posibles. Por ejemplo, el relato de Carlos Fuentes Aura, está narrado en segunda persona: el narrador se dirige al protagonista, le cuenta lo que él mismo está experimentando.
No hay una relación esencial entre la persona gramatical y la focalización o la ausencia o presencia en la historia. Un narrador en primera persona, por ejemplo, puede ser omnisciente y puede también ser un protagonista o un testigo que se esfuerza por entender lo que ocurre, como los personajes de 62 / Modelo para armar, de Cortázar, que se alternan en la voz narrativa y se esfuerzan por comprender experiencias que escapan a los límites de nuestra mente.