Carlos Pellicer: «Iguazú»


Saltos sobre el Río Iguazú desde el sendero br...

De Piedra de sacrificios; poema iberoamericano, 1924. En este libro (reeditado por el FCE y también, creo, por El Equilibrista), los títulos vienen como se ve en esta entrada: al final del texto y cargados a la derecha, en cursivas.

Agua de América,
agua salvaje, agua tremenda,
mi voluntad se echó a tus ruidos
como la luz sobre la selva.
Agua poderosa y terrible,
tu trueno es el mensaje
de las razas muertas a la gran raza viva
que alzará en años jóvenes la pirámide
de las renovaciones cívicas.
Desde los anfiteatros donde toca tu orquesta
se descuelgan las ráfagas sinfónicas
de la gracia y de la fuerza.
Y así desde México sigo
creyendo que las aguas de América
caen tan cerca de mi corazón,
como la sangre en las liturgias aztecas.
Lo mismo que frente al Tequendama
cuya catarata pasó por mis propias arterias,
ante ti el motor de mi ser centuplica
la libertad heroica de sus ansias
y enciende la voz del olvido
sobre sus horas trágicas.
Las grandes aguas del Señor
iluminan la sombra de las almas.
Y cantan las aguas la leyenda
de la selva que camina por las montañas
de las maderas ágiles que llegan
a pintar los paisajes coronados de pájaros
con sus banderas verdes y sus bejucos largos.
El agua del Iguazú se derrumba a grandes gritos
o cae en simple mediodía;
numera el infinito
igual en una cuerda que en locas griterías.
Se echa abajo rodando en franjas gruesas
o se deshila sutilmente;
echa a rodar dos mil cabezas
o aligera el destino de una frente.
Está cañoneando el abismo
con su artillería sin tregua.
En otro salto brinca como un niño
y en otro salto solamente sueña.
El río da cincuenta saltos
y en cada salto tiene una voz diversa.
Iguazú, Iguazú, Iguazú, Iguazú.
Con tambores gigantes llama a reunión a la selva;
con violines agudos atrae a la golondrina.
En re mayor toca un gran piano más lejos;
se inclina sobre los follajes como una lira
que conquista al hombre o al lucero
y en las guijas de abajo toca flautas líquidas.
Agua del Iguazú, agua grande, agua soberbia,
mi voluntad será como la tuya,
numerosa y fanática,
sin temores ni exclusas.
Acampará a tu vera para elogiar la música
de las aguas de América,
retornará el instante que hizo brotar tus rumbos,
alcanzará tu juventud perpetua
y humilde o grande se alzará en el mundo,
como tu voz en medio de la selva.

Iguazú

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