Una vez establecida esa firme base [ver Don Quijote, sujeto que se construye a sí mismo], los contenidos de las acciones corrieron a cargo de la literatura vigente, usada no como un archivo de modelos típicos, sino como medio o combustible, como materia incitante. El Quijote se pronunció rebeldemente contra la sociedad de su tiempo y contra su literatura. Las figuras podrán ajustarse a un perfil literariamente habitual (caballero, ventero, pastor…), pero sus iniciativas no serán ya típicas, pues surgen y se trenzan en conexión con unas circunstancias activamente reales.
Américo Castro, Cervantes y los casticismos españoles, p.107.
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