Archive for noviembre 3rd, 2013

3 noviembre, 2013

Nietzsche: «¿Cómo una cosa podría surgir de su antítesis…?»


English: Values Español: Valor

English: Values Español: Valor (Photo credit: Wikipedia)

«¿Cómo una cosa podría surgir de su antítesis? ¿Por ejemplo la verdad del error? ¿O la voluntad de verdad, de la voluntad de engaño? ¿O la acción desinteresada, del egoísmo? ¿O la pura y solar contemplación del sabio, de la concupiscencia? Semejante génesis es imposible; las cosas de valor sumo es preciso que tengan otro origen, un origen propio, -¡no son derivables de este mundo pasajero, seductor, engañador, mezquino […]! Antes bien, en el seno del ser, en lo no pasajero, en el Dios oculto, en la ‘cosa en sí’ -¡ahí es donde tiene que estar su fundamento, y en ninguna otra parte!» Este modo de juzgar constituye el prejuicio típico por el cual resultan reconocibles los metafísicos de todos los tiempos; esta especie de valoraciones se encuentra en el trasfondo de todos sus procedimientos lógicos; partiendo de este «creer» suyo se esfuerzan por obtener su «saber» […]. La creencia básica de los metafísicos es la creencia en las antítesis de los valores. Ni siquiera a los más previsores de entre ellos se les ocurrió dudar ya aquí en el umbral, donde más necesario era hacerlo […]. Pues, en efecto, es lícito poner en duda, en primer término, que existan en absoluto antítesis, y, en segundo término, que esas populares valoraciones y antítesis de valores […] sean algo más que estimaciones superficiales, sean algo más que perspectivas provisionales […] (I,2, p.23-24).

Más allá del bien y del mal. T. Andrés Sánchez Pascual. Alianza Editorial, 1997.

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3 noviembre, 2013

Nobleza, honra y opinión social


Pese a su título nobiliario, [un aristócrata] sólo pertenece de facto a la respectiva «buena sociedad» en tanto los otros […] lo consideran miembro. […] Una expresión significativa de esta importancia y de esta función de la opinión social en toda «buena sociedad»  es el concepto del «honor» y sus derivados […]. Originariamente el honor constituía la expresión de la pertenencia a la sociedad aristocrática. Uno conservaba su honor mientras continuaba siendo miembro, tanto según la «opinión» de la respectiva sociedad, como, en consecuencia, ante su propia consciencia. Perder el honor significaba perder la pertenencia a esa «buena sociedad». Y uno la perdía mediante la sentencia de la opinión social de estos círculos […]. Éstos juzgaban en el sentido de un específico ethos aristocrático en cuyo centro estaba la conservación de todo aquello que, según la tradición, servía al distanciamiento de las capas de inferior rango y, por consiguiente, de la existencia aristocrática como un valor propio.
Si tal «buena sociedad» denegaba a un miembro el reconocimiento de su pertenencia, éste perdía, entonces, su «honor» y, por tanto, una parte constituyente de su propia identidad personal. De hecho, con bastante frecuencia, un noble empeñaba su vida por su «honor»; prefería perder su vida que la pertenencia a su sociedad.

Norbert Elias, La sociedad cortesana. T. Guillermo Hirata. México: FCE, 1982, p.129-130.